Publicado el 14 marzo, 2022 por Hugo Valido
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Afrodita, diosa del sexo y adorada por prostitutas

Conocer nuestra historia pasada es condición imprescindible para entender nuestro presente y estar mejor preparados para un futuro que siempre parece incierto. Echar la vista atrás, no con nostalgia, sino con ánimo de estudio y digresión, es una de las mejores herramientas que tenemos para armarnos de verdad en estos tiempos que corren. No se trata de idealizar a los clásicos, como se hizo en el Renacimiento, pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor. Solo hay que saber darle a cada cultura su lugar, y entender que todavía tenemos mucho que aprender en torno a esas civilizaciones que sentaron las bases de nuestra cultura. Y por supuesto, Grecia forma parte de esos cimientos en todos y cada uno de los estratos de cualquier sociedad, desde la misma democracia de la que nos orgullecemos hasta el arte. Solo que hay una gran diferencia entre estos tiempos y los antiguos: la religión ha pasado a ser monoteísta y dogmática, en contraste con el politeísmo de los tiempos clásicos.

Todavía quedan muchas religiones politeístas en el mundo, aunque es cierto que en Occidente al menos, las tres religiones más importantes son monoteístas. Más allá del budismo, el hinduismo y el sintoísmo, que suponen también un buen número de creyentes, las pequeñas religiones y cultos que siguen teniendo un gran panteón de dioses sobreviven como pueden en una era en donde la fe es puesta a prueba cada día. De hecho, cada vez son más las personas que se adscriben como ateas o agnósticas, al ser preguntadas. El mundo está virando hacia un materialismo extremo, o hacia otras formas de entender lo espiritual, alejadas de un dogma determinado. Los dioses ya no están de moda, ni siquiera aquellas que podrían ayudarnos a conseguir lo que más ansiamos en la vida: el amor. Afrodita, la versión griega antigua de Venus, destacaba por ser una de las deidades más adoradas en su tiempo. La diosa del amor erótico y sensual, que llegó a tener templos llenos de hieródulas, prostitutas sagradas, en varias zonas de Grecia y Chipre. Su nombre ha pasado a la historia y sus leyendas son muy conocidas, pero todavía se pueden encontrar más mitos interesantes de esta representación de la feminidad y la sensualidad.

Una diosa sensual

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Afrodita es una de las doce deidades que conformaban el Olimpo del antiguo culto en Grecia. Según los mitos, estaba casada con Hefesto, pero tenía romances y aventuras con otros muchos dioses, e incluso con mortales. Se dice que su belleza y su capacidad de persuasión eran tales que podía enamorar a cualquier con solo fijarse en él. Así es como quedó prendada del joven Paris, por ejemplo, o tuvo también un papel  importante en la historia de Psique. Aunque si hemos de hablar de sus aventuras, seguramente la más conocida sea la que mantuvo con Ares, el dios de la Guerra. Sus apasionados encuentros se cuentan con todo lujo de detalles en muchos de los mitos griegos, y supieron también el agravio más grande a Hefesto, que trató de encadenarlos.

La belleza de Afrodita era tal que todos quedaban prendados de ella. Los mitos cuentan que era capaz de conseguir que dos personas se enamorasen locamente, algo por lo que era muy solicitada por otros dioses menores, o por mortales. Ya en el culto real, Afrodita era considerada como una de las deidades femeninas más importantes. Su nombre tiene que ver con la espuma de la que se supone que nació, pero también hace referencia a “la que llega al anochecer”. La estrella vespertina, que no es otra que Venus, nombre que tomaría en su llegada a la Roma Clásica. Si oteamos el origen de esta deidad encontraremos muchos paralelismos con otras diosas femeninas como Innana o Ishtar, a las que curiosamente también se adoraba en templos a través del sexo y la prostitución sagrada.

La prostitución sagrada en honor a Afrodita

Por muy extraño y hasta herético que nos pueda parecer a nuestros ojos actuales, hubo un tiempo en el que las prostitutas trabajaban en los templos. Desde los primeros cultos a las diosas madre como Ishtar, en Mesopotamia, encontramos señales de que estas sacerdotisas se entregaban al placer a cambio de ofrendas. Los hombres acudían al templo para dejar sus parabienes a la diosa, en forma de comida, alimentos, bebidas y demás, y a cambio, estas mujeres tenían sexo con ellos. De hecho, los expertos especulan con la posibilidad de que ese encuentro sexual fuera una especie de conexión directa con la diosa, que poseía los cuerpos de las sacerdotisas durante el coito. Esto nos habla también de la naturalidad con la que se entendía el sexo en aquellos tiempos, como una forma de llegar a tocar el cielo y entrar en contacto con los dioses.

No pasó mucho tiempo hasta que esos cultos llegaron a la Grecia Clásica, a través de las civilizaciones del Mediterráneo. La prostitución sagrada estuvo también presente en aquella época, al menos en los primeros siglos, a través de la figura de las hieródulas. Eran básicamente prostitutas que trabajaban en los templos y llevaban a cabo servicios sexuales a cambio de ofrendas, rezos y oraciones. Servían a la diosa Afrodita y se entregaban al placer no por casualidad, sino porque esta diosa simbolizaba precisamente esa virtud. Las hieródulas, al contrario que otras prostitutas en aquella época, eran muy bien consideradas, e incluso suponía un honor para muchas familias que sus hijas se convirtieran en sacerdotisas sexuales. Eran mujeres cultas y formadas que entendían el sexo como un arte más, y lo empleaban con aquellos que ofrecían sus bienes a su diosa.

Un culto casi perdido

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El culto a Afrodita fue muy importante en toda Grecia, y en especial en algunos lugares como Chipre, donde todavía hoy siguen en pie los templos en su honor. A la caída de la civilización griega y la llegada de la romana, Afrodita se convirtió en Venus, como tantos otros dioses de la época. Su transmutación fue prácticamente directa y no perdió ni su esencia ni su apariencia, aunque sí es cierto que el concepto de amor erótico fue virando hacia un amor más romántico. Eso es lo que nos ha llegado hoy en día, la visión de Afrodita como facilitadora de relaciones sentimentales, noviazgos y compromisos, cuando en realidad, su origen tiene mucho más que ver con el sexo y los encuentros furtivos.

Llama la atención, no obstante, que Afrodita como tal siga siendo hoy en día una diosa adorada por algunos cultos, como el dodecateismo, o algunas nuevas versiones de paganismo. Se siguen llevando a cabo rituales en honor a Afrodita, para que la diosa obsequie con eterna belleza o suerte en el amor a aquellos que lo realizan. Su aparición en las adaptaciones actuales de mitos griegos le ha otorgado una gran relevancia, aunque en muchas ocasiones se prefiere escoger a Venus en su lugar. Afrodita sigue siendo hoy venerada como una figura clave en el entendimiento de la relación de la religión con el concepto de feminidad, la primera en la cultura occidental.

Autor

Por Hugo