Diversidad sexual en la Antigua Grecia

La historia de Aquiles y Patroclio es de sobra conocida incluso por aquellos que no han mostrado excesivo interés en la tradición de la Antigua Grecia. La hemos visto tantas veces repetida, incluso representada en películas, que caben pocas dudas en torno a ella. Sin embargo, según la versión que hayamos conocido, nos habrá llegado una visión más o menos especial de la amistad entre estos dos antiguos soldados. Lo que está claro es que Patroclio es asesinado por los troyanos, cuando trata de recuperar a la princesa Helena. Al enterarse, Aquiles monta en cólera y decide ir él mismo a vengar a su amigo acabando con el ejército de Troya. Una lealtad espectacular, aunque bastante habitual entre hermanos de armas en aquellos tiempos. ¿O acaso Aquiles y Patroclio eran más que amigos? Muchas teorías apuntan a que ambos pudieron ser también amantes, lo que explicaría aun mejor la decisión del héroe.

Hoy nos puede llamar la atención encontrar a dos amantes homosexuales en una historia de hace tanto tiempo, pero la visión que los griegos tenían sobre el deseo sexual era muy diferente a la que tenemos hoy en día. De hecho, algunos expertos apuntan a que la diversidad sexual tenía que ver no tanto con las preferencias sexuales, sino con un mayor aperturismo de la sociedad griega a la hora de permitir ciertas relaciones. Algunas de3 ellas, como las homosexuales, ya prácticamente normalizadas en todo el mundo. Otras, las que unían a jóvenes adolescentes y adultos, totalmente prohibidas a día de hoy. ¿En qué se basaban los griegos para asumir este tipo de relaciones como normales y correctas? Desde luego, tenían su propia vara de medir, que hoy en día nos resultaría confusa e incluso detestable. Permisividad casi absoluta teniendo en cuenta el rango o estatus social, marginación de ciertas relaciones por pertenecer a clases diferentes… La diversidad en la Antigua Grecia siempre se ha visto como todo un adelanto, un espejo en el que mirarse, pero si profundizamos en aquella sociedad tal vez encontremos cosas que no nos gustaría replicar.

Afrodita, diosa del sexo y adorada por prostitutas

Conocer nuestra historia pasada es condición imprescindible para entender nuestro presente y estar mejor preparados para un futuro que siempre parece incierto. Echar la vista atrás, no con nostalgia, sino con ánimo de estudio y digresión, es una de las mejores herramientas que tenemos para armarnos de verdad en estos tiempos que corren. No se trata de idealizar a los clásicos, como se hizo en el Renacimiento, pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor. Solo hay que saber darle a cada cultura su lugar, y entender que todavía tenemos mucho que aprender en torno a esas civilizaciones que sentaron las bases de nuestra cultura. Y por supuesto, Grecia forma parte de esos cimientos en todos y cada uno de los estratos de cualquier sociedad, desde la misma democracia de la que nos orgullecemos hasta el arte. Solo que hay una gran diferencia entre estos tiempos y los antiguos: la religión ha pasado a ser monoteísta y dogmática, en contraste con el politeísmo de los tiempos clásicos.

Todavía quedan muchas religiones politeístas en el mundo, aunque es cierto que en Occidente al menos, las tres religiones más importantes son monoteístas. Más allá del budismo, el hinduismo y el sintoísmo, que suponen también un buen número de creyentes, las pequeñas religiones y cultos que siguen teniendo un gran panteón de dioses sobreviven como pueden en una era en donde la fe es puesta a prueba cada día. De hecho, cada vez son más las personas que se adscriben como ateas o agnósticas, al ser preguntadas. El mundo está virando hacia un materialismo extremo, o hacia otras formas de entender lo espiritual, alejadas de un dogma determinado. Los dioses ya no están de moda, ni siquiera aquellas que podrían ayudarnos a conseguir lo que más ansiamos en la vida: el amor. Afrodita, la versión griega antigua de Venus, destacaba por ser una de las deidades más adoradas en su tiempo. La diosa del amor erótico y sensual, que llegó a tener templos llenos de hieródulas, prostitutas sagradas, en varias zonas de Grecia y Chipre. Su nombre ha pasado a la historia y sus leyendas son muy conocidas, pero todavía se pueden encontrar más mitos interesantes de esta representación de la feminidad y la sensualidad.

Cómo era la prostitución masculina en la antigua Grecia

Hoy en día podemos mirar a nuestro alrededor y sentirnos orgullosos de haber avanzado socialmente en muchos sentidos. Queda todavía un largo camino por delante, eso es indudable, pero basta con comprobar cómo estaban las cosas hace tan solo unas décadas para entender que hemos dado algunos pasos de gigante. La manera en la que hoy se respeta, se apoya y se respalda a cualquier persona, sea cual sea su orientación sexual, es un ejemplo perfecto de esto que comentamos. Ser gay, lesbiana o trans no está ya mal considerado, porque la sociedad ha logrado entender y aceptar que es una orientación tan normal como otra cualquiera. Las relaciones entre personas del mismo sexo ya solo escandalizan a los cerrados de mente, y el nivel de respeto e igualdad que se está logrando, con mucho esfuerzo y lucha, es para estar orgullosos. Es algo que consideramos un progreso, aunque hubo un tiempo en el que esta situación ya era vista como lo más natural del mundo.

No hay más que volver a nuestras propias raíces, a la Grecia Clásica, sociedad a partir de la cuál surgen muchos de los conceptos que cimentan el mundo occidental en el que vivimos hoy. Los griegos inventaron las polis, los impuestos, la democracia, desarrollaron como pocos las artes, la filosofía y  el pensamiento. Y además, tenían una visión muy abierta de la vida sexual. De hecho, no existía un concepto real de heterosexualidad u homosexualidad, sino que las personas se consideraban habitualmente bisexuales, teniendo relaciones con miembros de uno u otro sexo de forma indiferente. No era algo mal visto ni reprobable, aunque es cierto que este aperturismo llegaba a consentir las relaciones con menores de edad, algo que hoy vemos como una auténtica locura. En aquellos tiempos, en la Grecia Clásica también se daba la prostitución, como en cualquier otra época y cultura de nuestro mundo. Los griegos no consideraban que la prostitución fuera mala, y de hecho era legal, cobrándose incluso tributos a las personas que la realizaban. La mayoría eran mujeres, pero había también una gran cantidad de hombres que ofrecían sus servicios sexuales a cambio de dinero.

Museos en Atenas, cuáles visitar en tu viaje

Pocas ciudades en el mundo pueden presumir de tener una historia tan fascinante, influyente y bien registrada como Atenas. La capital griega sigue conservando orgullosa ese aire de ciudad clásica que permitió sentar las bases, hace ya más de 2000 años, de buena parte de lo que hoy entendemos como cultura occidental. Atenas vio nacer la democracia, conversar a los mejores pensadores de su tiempo y centralizó uno de los primeros imperios en importancia en el mundo civilizado. Por eso no es de extrañar que el turismo histórico y cultural siga siendo a día de hoy una de sus mejores bazas económicas, desde el momento en el que son muchos los amantes de la Historia Clásica que quieren acercarse en persona a este lugar mágico y casi mítico. Conocer Atenas por sus calles y monumentos es imprescindible, pero buena parte de la historia de la ciudad se mantiene a salvo en los muchos museos que encontramos en sus calles.

Y es que Europa está llena de museos interesantes en todas y cada una de sus capitales, desde museos históricos hasta grandes pinacotecas que conservan algunas de las obras de arte más increíbles creadas por el hombre. Pero si vamos a Atenas, la avalancha de estímulos históricos y culturales que encontraremos en sus museos nos dejará KO desde el primer momento. Hay que ir bien preparado, como en otras ciudades como París y Roma, para saber discernir cuáles son los lugares que realmente valen la pena, porque hay tantos sitios interesantes que seguramente necesitaríamos estar mucho tiempo en Atenas para conocerlos todos. Nosotros hemos realizado una pequeña lista con algunos de los museos verdaderamente imprescindibles que hay que visitar en la gran capital griega, y que harán las delicias de los más fanáticos del arte, la cultura clásica y la historia, encontrándose directamente frente a un trocito de ella.

La cultura griega y su evolución

A lo largo de la Historia han sido muchas las civilizaciones que han conseguido dejar huella no solo en su propio territorio o en una época determinada, sino en todo lo que ha venido después, sirviendo de indudable influencia futura para otras civilizaciones, en otras eras, y marcando un regreso importante a lo clásico como motor de lo nuevo, del avance y el progreso. Sin lugar a dudas, la cultura griega, especialmente en su época Clásica, ha sido determinando para entender el mundo como lo entendemos hoy en día, no solo por todas las aportaciones importantísimas que se dieron durante ese periodo de apogeo del imperio griego, sino también por cómo todo ello influyó en su momento a los Renacentistas, al  final de la Edad Media, recuperando las obras de los escritores y pensadores y el concepto de belleza de la Grecia Clásica, para sentarlas bases de nuestra Historia actual.

Grecia tuvo que convivir y luchar durante mucho tiempo con otros imperios, especialmente el romano, y sin embargo consiguió mantener su propia forma estilística y cultural, influyendo de hecho en el surgimiento y apogeo de los otros grandes imperios coetáneos. No es ninguna sorpresa el comprobar que el panteón de dioses del Imperio Romano era un calco, con otro nombre eso sí, del panteón griego, ya bastante desarrollado en aquella época. El arte y la cultura también sirvieron de base para la expansión a otros territorios, a otros imperios, y la marca delo clásico se sigue denotando hoy por hoy en todo tipo de obras culturales y arquitectónicas. Nosotros hemos querido centrarnos en la evolución de la propia cultura griega a lo largo de sus siglos de mayor apogeo.

El arte bizantino: una de las más grandes muestras culturales de la Edad Media

El arte es una parte importantísima en cualquier cultura, normalmente imprescindible para entender por completo la manera de vivir y de comprender el mundo que tenían nuestros antepasados en cada momento. A través del arte se expresa no solo esa necesidad del artista por plasmar la belleza de todo lo que le rodea, sino también la forma de vida de cada pueblo, la manera en la que entiende la religión, el amor, la familia o la propia cultura. El arte es un símbolo de cada pueblo, y en el Imperio Bizantino no iba a ser menos. Por eso el arte Bizantino es tan importante.

Cuando Teodosio dividió el Imperio Romano a finales del siglo IV entre sus dos hijos, Arcadio y Honorio, la parte correspondiente al Imperio Oriental fue legada a Arcadio, comenzando así el Imperio Bizantino, cuya capital era Constantinopla, hoy Estambul, en Turquía. El arte bizantino recogía la influencia de ambas partes, tanto en lo clasicista y helénico como en lo oriental, dando vida a un arte muy peculiar que sin duda marcó una época y que supuso una muestra absoluta del esplendor que todavía sobrevivió durante varios siglos a aquella división del Imperio Romano.